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St. Andrews, el origen de todos los golfistas

No es el campo más antiguo, pero es donde floreció el golf, llegando a ser el que conocemos hoy en día. El custodio del golf mundial. “La gran historia de St. Andrews y sus recuerdos sagrados, su aire delicioso, el canto de sus innumerables alondras, el grito de las aves marinas que sobrevuelan el recorrido. Sus encantos golfísticos, el mar azul salpicado de barcos de pesca, el ruido de las olas en la bahía del Edén en la pleamar. Las venerables torres, la silueta quebrada de la ciudad antigua, y más lejos, las colinas de Grampian, es probablemente, la porción de tierra de toda la superficie del globo, que ha proporcionado más disfrute inocente a tanta gente de todas las edades y durante tantas generaciones” James Balfour, 1887

No es el campo más antiguo, pero es donde floreció el golf, llegando a ser el que conocemos hoy en día. El custodio del golf mundial.

“La gran historia de St. Andrews y sus recuerdos sagrados, su aire delicioso, el canto de sus innumerables alondras, el grito de las aves marinas que sobrevuelan el recorrido. Sus encantos golfísticos, el mar azul salpicado de barcos de pesca, el ruido de las olas en la bahía del Edén en la pleamar. Las venerables torres, la silueta quebrada de la ciudad antigua, y más lejos, las colinas de Grampian, es probablemente, la porción de tierra de toda la superficie del globo, que ha proporcionado más disfrute inocente a tanta gente de todas las edades y durante tantas generaciones” James Balfour, 1887

El viejo campo de St. Andrews es la roca sobre la que se ancla el juego del golf. No fue el primer recorrido en el que se jugó al golf. Pero es es el lugar donde el golf, tal y como lo conocemos hoy, se fue refinando hasta llegar a nuestros días.

Hace cuatrocientos años, St. Andrews era un lugar salvaje e inhóspito, en el que golpear la pequeña bola, era una heroicidad, y más teniendo en cuenta el clima de Escocia; lluvioso y áspero.

Sin embargo, el golf no sólo sobrevivió allí, sino que floreció. Hoy St. Andrews es conocido como "la casa del golf". Aunque el golf no tiene una única casa, se juega en todo el Planeta. El Old Course de St. Andrews es quien lleva guiando a todos los golfistas del mundo. El custodio del golf.

El recorrido incial arrancaba en las escaleras del pueblo y seguía un camino tortuoso a lo largo de la ruta costera hasta que se quedaba sin tierra en el estuario del río Even. Los golfistas terminaban su juego en el límite de la pequeña ciudad.

Originalmente había 22 hoyos, pero a mediados del siglo XIX, los golfistas del club entendieron que algunos hoyos eran demasiado cortos y convenía unir algunos y conformarse con 18 hoyos.

Esta fue la primera de muchas decisiones trascendentales que se tomaron para perfeccionar el juego. A partir de entonces, 18 hoyos se aceptaron universalmente como el número estándar para formar un campo completo.

Más calles y menos peligros harían del juego de golf una experiencia más agradable. Sin duda, marcó una gran diferencia. Más libertad para desviarse de lo rígido, recto y lo estrecho, lo que trajo alegría a muchos corazones.

Una de las características principales de St. Andrews son sus inmensos greenes dobles, donde siete de ellos son compartidos por dos hoyos distintos; de hecho, solamente los hoyos 1, 9, 17 y 18 tienen un green único.

Otra característica única es que el recorrido puede hacerse en el sentido de las agujas del reloj, o en sentido contrario. Actualmente, el método usual de juego es en sentido contrario a las agujas del reloj, aunque un día al año se permite jugar en el otro sentido. Originalmente, el sentido de juego se cambiaba cada semana para permitir que la hierba se recuperara mejor.

Otro elemento diferenciador de St. Andrews es que se cierra los domingos para permitir que el campo "descanse"; de hecho, el recorrido se transforma los domingos en un enorme parque para el disfrute de los habitantes del pueblo, donde pueden pasear, ir de picnic o simplemente, contemplar el paisaje.

“Si me hubieran dado a elegir un campo para jugar al golf el resto de mi vida, habría elegido el Old Course de St. Andrews” Bobby Jones, 1930

 

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