Al golf en España le ha ocurrido lo que le ocurrió al tenis y al esquí. Dejó de ser un deporte para “señoritos” para ser un deporte de todos y para todos.

La hazaña de Manolo Santana en Wimbledon, ganando el campeonato y besando la mano de la Duquesa de Kent, acercó dos mundos lejanos y todos soñaron con emular la proeza. Santana puso este deporte en primera página de los periódicos y lo popularizó.

Algo parecido le ocurrió al esquí, cuando otro histórico, Paco Fernández Ochoa, le puso la alfombra olímpica a este deporte para que cualquier ciudadano de a pie tuviera oportunidad de disfrutarlo. Hoy en día miles de personas cada año pasan por las estaciones de esquí de España.

Con el golf ha pasado otro tanto, en lo que a su escalada y popularidad se refiere. Desde la llegada de Severiano Ballesteros con su estilo inconfundible y sus victorias internacionales, el golf comenzó a “hechizar” a cientos de aficionados.

Empezando su carrera a los 9 años como caddie, consiguió uno de los mejores palmareses de la historia de golf y fue nombrado el mejor jugador europeo del siglo XX. Con su talento y alegría consiguió acercar el golf a miles de aficionados.

De los 2.000 aficionados de hace 40 años, han dado paso a casi 300.000 federados en España de toda condición social, que se acercan a diario a los campos de golf.

Es evidente que ya no es un deporte exclusivo de unos pocos, circunstancia que se favorece con la llegada progresiva pero imparable de los campos de golf municipales, que van aumentando año tras año, y permiten el acceso a este deporte a cualquier persona en cualquier lugar de España.